martes, 9 de agosto de 2011

La conexión Basanta.

El título es válido para hablar de un cineasta. Juan Basanta es eso. Y de los buenos. Se trata de un gran artista y amigo. Por lo que aclaro que no lucharé por ser imparcial al referirme a él. No sólo por nuestra perdurable amistad. No. Sino porque este escritor y artista nunca logra con éxito librarse del asombro y encantamiento que le produce el soberbio espectáculo humano que es el talento. Basanta lo tiene a raudales. Algo que ni una estulta e irreverente osadía cuestionaría.


Juan Basanta piensa que la poética que él descubre en la imagen es inagotable. Basanta está convencido de que en los más apartados rincones de la geografía nacional se agazapan, solamente obligados por circunstancias socioeconómicas, las imágenes que requiere el realizador cinematográfico y cientos de talentos que esperan un conocimiento, un lente, un reflector y una claqueta para desarrollar su potencial y transformar en gramática visual un puñado de quimeras.

Él fue a la primera persona del país a quien escuché clamar por una una Ley de Cine. No digo que fue el primero que pensó en eso. Por supuesto que no. Digo que fue el primero que me convenció (igual que a Rafael Villalona) de que participásemos en los planes que desarrollaba para dotar a nuestro entonces desacreditado país, en el tema que nos ocupa, de una declarada y consignada política de Cine. En esto Juan Basanta, como en él es costumbre, puso todo su empeño y una mayor dosis de pasiones. Las mismas que pone para manifestar su amistad a alguien. Mismas como las que se viste cuando asume su intransigente rol de realizador cinematográfico. No se extrañe el lector por esto.

Cuando deambulaban en mis laberintos los postulados del marxismo aprendí que la personalidad es un mito. Que lo importante y trascendente será siempre el trabajo que realice el individuo. Por eso a Basanta le es natural transitar del amigo fiel y tierno al director cruel que inicia faenas gritando... ¡Acción!

Una hombre con esos atributos es muy importante en un sector donde tanta gente es, realmente, falsificadora o impostora  cultural y artística.

El Comando Cultural de Campaña del PRD se ha anotado un tremendo punto al juramentar a Basanta como Coordinador General de Cine.

Permítanme citar otro punto a resaltar del hecho, a parte de todas las condiciones artísticas e intelectuales que adornan a mi amigo Juan Basanta.

Él es hijo de doña Milagros Ortiz Bosch, la mujer dominicana más destacada que ha participado en Política en toda la historia nacional. Algo que todo ser inteligente reconoce.

Pues resulta que Basanta, aunque tenga afectos e inclinaciones ideológicas, nunca ha querido participar activamente en la Política. Pero, y en la misma onda andan los maestros Dante Cucurullo y Julio de Wint, se ha acercado a Tony Raful y al suscrito para militar con Hipólito Mejía en su Comando Cultural de Campaña, con el único propósito de impulsar y desarrollar planes efectivos para el Arte que los duendes lo dotaron.

Basanta piensa que la cacareada Ley de Cine, perfecta o no, tiene ahora que implementarse con eficacia. Y sostenerse. 

Hipólito Mejía ha dicho durante décadas que en el país deben desarrollarse las industrias culturales. Acostumbra a citar a la Francia como encantador ejemplo de esta práctica. Lo he escuchar decir cientos de veces que el principal producto de la liberal Francia es la cultura.

El gran sueño de los hacedores culturales es que en nuestro amado país el Arte y la Cultura lleguen a tal desarrollo que puedan convertirse en industrias especializadas donde no desaparezcan, por las inconmensurables leyes del mercado, las esencias que nos motivan.

Pero desear algo no es lo mismo que conseguirlo. En el renglón del Cine, el futuro gobierno de Hipólito Mejía, envía un claro y buen mensaje al país, y al mundo entero, sobre lo que hará con el simple hecho de colocar en Basanta la responsabilidad del sector. Su sola presencia da confianza. A mi en particular me puso a celebrar. Creo que con él, y con muchos otros, podremos conquistar ese país cultural y artístico que durante decenios hemos estado pretendiendo.

Y ustedes ¿se animan a venir donde nosotros con sus planes de desarrollo cultural?