jueves, 9 de junio de 2011

Felizmente delgado... e ¿indocumentado?

Posted on 11:35 by Giovanny Cruz Durán


Felizmente delgado... e ¿indocumentado?



Tengo una amiga de esas incondicionales que es inevitable querer mucho. Le había perdido el rastro por unos meses. Algo inusual porque ella siempre —¡Siempre!— está pendiente de sus amigos. Se trata de Esmeldy Belliard.

Hace unos días hablé con ella por teléfono y la puse al corriente sobre los últimos sucesos en mi vida social, artística, sentimental y corporal.

Cuando le conté sobre  la impresionante cantidad de libras que he rebajado en menos de dos meses ella preguntó con ansiedad —¿Pero tú estás feliz?
—Irremediablemente feliz. —Contesté apresurado.

En mi, desde luengos años, la felicidad es un estado permanente. A las tristuras, y de cuando en vez tengo algunas, las recibo con filosofía porque se que nunca me duran más de cinco minutos. Esto así, porque asumo tantos compromisos serios durante el día que no tengo en la noche tiempo para las tonterías.

La soledad nunca se construye en torno a mi. Aprendí de Camus que la de gente como nosotros está poblada de presencias. ¡Y es casi imposible deprimirse entre la gente!

En estos días dos proyectos trascendentes me distraen: Los ensayos de  “Obsesión en el 507” y un sistema de salud al que me he sometido.

Los actores Clara Morel y Vicente Santos, me recomendaron una noche que me los encontré trabajando en el Teatro Talassa de Cristian Martínez y Nileny Dipton, que escribiera sobre la experiencia de salud a la que he sido sometido y mediante la cual he logrado rebajar 38.5 libras en menos de dos meses sin sacrificios extremos. Algo verdaderamente espectacular.

Efectivamente. Y lo he hecho sin ese bisturí que ahora compone, recompone y descompone los cuerpos de estos tiempos. Lo he hecho con una casi total ausencia de químicos. (Solamente la administración de ozono podría ser visto como tal).

Aunque el resultado tiene ahora un componente estético, me sometí al tratamiento por mis padecimientos cardíacos (obstrucción en las arterias e hipertensión).


Cuando descubrieron, trataron y diagnosticaron mi padecimiento; fui advertido por el doctor José Luis Peña que... ¡Rebajaba o moría! Y lo dijo así, con pocos adornos.

Lo hice. Rebajé bastante. Pero con el tiempo me fui imprudentemente descuidando. Volví a comer lo indebido, a beber cervezas, a ingerir carnes, arroz blanco, muchas pastas, pan, plátanos fritos, azúcares, carnes guisadas, camarones, longanizas, salsa bechamel, helados, mantequilla y docenas más de esos asesinos silenciosos.  En fin, descuidé aspectos importantes de la salud.

Para no hacerle largo el relato les informo que hace casi dos meses, cuando llegué  a la Clínica de Ramón Rosario, Esperanza de Peña y Osiris Madera, pesaba 228.5 escandalosas libras.

Ellos, para ser sincero, se alarmaron en demasía. Pero no se amilanaron. Mi salud era un desafío.

Inmediatamente comenzaron a trabajar, a base de terapia manual, la columna vertebral y los puntos de energía de mi cuerpo. Por aquello de que ella es la vía que usa el cerebro para enviar todas las informaciones al resto del organismo.

Después fui sometido a un procedimiento natural de de desintoxicación.

Les juro a todos que en una hora expulsé por los poros de los pies tal cantidad de toxina que convirtieron el agua de un recipiente en algo mas asqueante que una pocilga, Y esas toxinas están alojadas, también, en casi todos vuestros cuerpos.

Aún en aquellos que piensan que comen y viven una vida sana. En las paredes de nuestros intestinos se adhieren “Ss” fecales por años. Para sacarlas nos debemos someter a lo que se llama colonterapia.

Después de estos procedimientos me sometieron a unos masajes en una cama electrónica especializada durante una hora. La nombré cama inteligente. Es que ella, luego del masaje general, va detectando los puntos del cuerpo más afectados y comienza a trabajar con eficiencia sobre ellos.

Luego me inyectaron ozono. Finalmente la dieta.

La primera duraría seis días. Ellos le llaman “jugo terapia”. No crean que se trata de juguitos de naranjas o limones. ¡No! Es algo más complicado que eso. No entro en detalles para evitar que a algunos de ustedes se les ocurra comenzar a llevarla sin haberse sometido al proceso completo. Entre nosotros en un hábito comenzar a medicar y automedicarse. ¡Craso error! Para algo existen los expertos en diferentes asuntos.

Cuando regresé al consultorio después de seis días “a jugo”, había rebajado 12.5 libras. El entusiasmo fue grande y estimulante. (Mi hermano Andrés rebajó ya 28.5 libras en dos semanas.)

Enseguida comenzó la segunda dieta. Más suave, desde luego. Pero se incluyó en el tratamiento una rutina de ejercicios, un factor adelgazante natural y el suministro de la vacuna antivejez.

Les aseguro amigos y amigas, que los efectos de esta última sobre el organismo parecen milagrosos. El ser humano había estado tratando de conseguir desde siempre la fuente de la eterna juventud. Pues la vacuna esta parece serlo.

Están hechas a base de células madre de ovejas. Sus efectos se comienzan a notar en menos de cinco días.

Dicha vacuna ayuda mucho en el procedimiento de salud al que estoy siendo sometido y en el cual el adelgazamiento es un aspecto, solamente.

Les juro que mi cuerpo y mi salud han cambiado. Todas mis desintoxicadas células se han estado regenerando.

Desde luego que mis principios, mis gustos, mis preferencias, mis aficiones, mis quereres y mis desprecios son los mismos. Aunque un tanto más agudizados. Sigo siendo un escorpión peligroso, un amigo fiel, un enemigo implacable y un teatrero militante.

¿Feliz?

¡Si, Belliard! ¡Soy irremediable e incorregiblemente feliz! Después de poder usar chacabanas y pantalones que tenían tres años guardados... tengo que serlo.

Para interrumpir mis escasos cinco minutos de tristuras nocturnas tengo un método: me paro a posar desnudo frente a mis espejos, dejo escapar por los dedos hechiceros en mis manos de escorpión algunas energías, planifico una nueva vida para cuando logre rebajar las 10 libras que aún me faltan, danzo... y río.

¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, Ja, ja, ja, ja, ja, ja

No Response to "Felizmente delgado... e ¿indocumentado?"

Leave A Reply