La Fantasía es aquello que los seres humanos podemos concebir sin que pueda ser realizado en la actualidad con los medios de que disponemos. Mientras que Imaginación es lo concebible, empero sí realizable con los medios de los cuales disponemos.
Aclaro que en el tema de la Fantasía hay bemoles. Digo esto porque cuando el Hombre comenzó, para ilustrar con un ejemplo, a fantasear con la alfombra voladora no había manera de que pudiese concretarse el procedimiento. Sin embargo, con el paso del tiempo la alfombra se convirtió en globos voladores, dirigibles y hoy cómodos aviones en los cuales ni nos despeinamos. Aquella Fantasía oriental se pudo realizar y convertir, entonces, en Imaginación.
Cuando comenzó la búsqueda de la Piedra Filosofal y la Fuente de la Eterna Juventud aquello parecía una Fantasía, o en el mejor de los casos... una Utopía. Hoy tenemos que revisar esa presunción.
Repasemos sobre el tema que trato hoy algunos datos antiguos.
En Grecia, en el siglo IV antes de Cristo, los sabios elaboraron las primeras teorías sobre la materia y la práctica de las "Artes Químicas" (Piedra Filosofal). Sobresaliendo Demócrito, autor de una hipótesis según la cual todos los cuerpos estaban formados por átomos, las porciones más pequeñas e indivisibles de la materia.
No obstante, es en la etapa final de la Edad Media cuando aparecen numerosos libros del denominado “Arte Hermético”.
La palabra Alquimia, del árabe al-kimiya, cuyo significado es similar al de Química, tiene una connotación distinta al concepto actual del término, ya que hace referencia a lo trascendental y a lo espiritual.
La piedra filosofal y el objetivo de la Alquimia.
Tres fueron los objetivos fundamentales que persiguieron los alquimistas.
Primero: La transformación de metales innobles (como el plomo y el cobre) en metales preciosos.
Segundo: Tratar de crear una sustancia que fuera capaz de curar todas las enfermedades.
Tercero: Descubrir el elixir de la inmortalidad o la fuente de la eterna juventud.
Todo se resumía en la búsqueda de la Piedra Filosofal, considerada como la única sustancia capaz de conseguir la transmutación, la panacea universal y la inmortalidad.
La Alquimia buscó su apoyo en la ciencia de la astrología, pues desde los tiempos antiguos existía la creencia de que cada metal se encontraba bajo el influjo de un cuerpo celeste. Por ejemplo, el hierro se correspondía con Marte, la plata con la Luna, el oro con el Sol, y así sucesivamente. De esta manera, cada metal era asignado con un símbolo igual por los todos alquimistas.
Generalmente estos eran médicos y poseían conocimientos de astrología y filosofía. El más célebre de ellos fue, sin duda, el suizo Paracelso, considerado como el iniciador de la medicina hermética y la terapéutica química.
Otros importantes alquimistas fueron Zósimo el Panopolita, autor de varios textos sobre esta disciplina; Bolos de Mendes, que enunció el principio de la Unidad de la materia primera, Marcus Graecus o Roger Bacon.
Uno de los textos fundamentales en el ámbito de la Alquimia es la "Tabla de Esmeralda", escrita en un lenguaje incomprensible para aquellos que no están iniciados en el “Arte Hermético”.
La Fuente de la Eterna Juventud.
No sólo las riquezas atraen a los españoles hacia el Nuevo Mundo. También lo hacen las Quimeras. Entre estas se encuentra la posibilidad de que aquí estuviese el llamado "Tesoro Templario" (el Arca de Alianza, el cuerpo conservado de Jesús, el cuerpo de María Magdalena, el cuerpo de la hija de Jesús y el dinero templario). Otra de las Quimeras procuradas fue la Fuente de la Eterna Juventud.
Heródoto cuenta que los Etíopes vivían más de 120 años. Lograban la longevidad bañándose en una fuente de agua densa como el aceite que dejaba sus cuerpos brillantes y olorosos a violeta. Este Mito fue situado, con el tiempo, en una isla.
Al llegar el Almirante jenovés (siempre evito pronunciar ese nombre) a estas tierras advierte que los indios que producen su asombro parecen tener no más de 30 años; es decir, la edad perfecta, la que tendrían todos los hombres después del Juicio Final.
En las islas del Caribe estuvo situado, piensan muchos estudiosos, alguna vez el Paraíso (teoría que el investigador histórico, artista y hombre enciclopédico Cristian Martínez sostiene).
Juan Ponce de León descubre la Florida, para él otra isla. Quizá en ella se encuentre, piensa, la Fuente de la Eterna Juventud. La expedición de Juan Ponce de León a Florida fracasa, como fracasarán sucesivamente todas las que se hicieron a lo que hoy es territorio estadounidense. Algunos sobrevivientes entremezclan las historias de infortunios, naufragios, tribulaciones con las de la Fuente de la Eterna Juventud.
Durante milenios el sueño de hechiceros, magos y alquimistas ha sido el de encontrar el elixir de la eterna juventud. Y leyendas llegadas de los rincones de la tierra hablan de ríos, fuentes, árboles, frutos y pócimas con poderes para rejuvenecer a los hombres.
En Babilonia ya se consideraba el agua como símbolo de la vida, por su poder curativo y fertilizante. Se decía que la fuente y manantial de toda el agua se encontraba en el Golfo Pérsico y en remotos tiempos fue personificado como Eo, "la casa del agua", un dios de las aguas dulces, que surtía las corrientes, canales y ríos.
En el epílogo del Código de Hammurabi se invoca al dios Adad para que prive a los enemigos de la lluvia del cielo y de las aguas de las fuentes.
Los asirios rendían culto a Ishtar, diosa del amor, purificadora de las aguas y patrona de los manantiales "que traen la vida".
En Egipto se divinizaba al Nilo en el dios Hapi, abastecedor de fuentes y manantiales, y era representado sosteniendo dos plantas: el "papyrus" y el "lotus", o bien dos vasos de los que manaban sendos ríos. Posteriormente y hasta el fin de las dinastías faraónicas, se consideró a Isis como el espíritu de las aguas, diosa de los ríos y de las fuentes que los alimentan o de las que nacen. Se la consideraba la madre bienhechora, esposa fiel y procreadora de Horus, el dador de vida y alimento a los difuntos, la esposa del dios de las inundaciones que con su légamo fertilizaba las tierras y la creadora del caudal del río Nilo.
En la India, aparte de los dioses acuáticos de los Vedas, están las Apsaras, ninfas que habitan las aguas, fuentes, lagos y ríos, especialmente el Ganges. Se les atribuía la misión de conducir las almas de los guerreros muertos en los campos de batalla a la mansión del Sol.
Los griegos, desde los albores de su cultura, consideraron que el agua que manaba de las fuentes, corredora y murmuradora, poseía un espíritu personal inmanente, "daimon" o "numen", al que dieron una forma concreta definida, relacionándolo con divinidades superiores como Hermes, Apolo, Artemisa y nuestro dios teatral Dionisios (el cual no podía faltar en el asunto).
En el Templo de Apolo, en Delfos, desde la roca Nimpea, manaba la Fuente Castalia, hasta hoy recordada por la literatura.
Junto a fuentes o manantiales se ha ubicado a la Acacia, que recuerda a Hiram, el constructor del Templo de Salomón, y símbolo de la masonería hasta nuestros días; al loto, de la religión egipcia; el mirto, de los ritos iniciáticos de Eleusis, en Grecia; y, al muérdago, planta sagrada de los sacerdotes druidas.
Entre los romanos, "Fons" (Fontus o Fontanus) era una personificación de la divinidad de las fuentes y manantiales. Los romanos atribuían a las fuentes una virtud profética.
Con la invasión de los bárbaros y las expediciones de las legiones romanas, llegó también el culto que a las fuentes y manantiales rendían los celtas y los francos.
En el ocaso del Imperio Romano llega el Cristianismo con el bautismo de Cristo por Juan con el agua del río y con las "Fuentes Bautismales" para sus seguidores.
Así pues, desde la mitología griega que contaba que los dioses bebían un elixir para ser inmortales, que la maga Medea mediante hechizos rejuvenecía a Esón, padre de Jasón, el jefe de los Argonautas, pasando por el mito de Peter Pan hasta llegar al "Retrato de Dorian Grey" y las películas de ciencia-ficción con extraterrestres que conocen el don del rejuvenecimiento, la humanidad conoce estas leyendas.
Pero aparte de estos datos encontrados en mi biblioteca y el Internet, aporto lo que ocurre ahora entre nosotros con las divinidades Indias de nuestro Panteón Vudú. En todo altar "profesional" de esta mitad de isla hay una fuente de agua (la de las mellisas de San Miguel es impresionante) dedicada a la División India. La cual es la más pura y espiritual de las 21 Divisiones del Vudú. Los Indios solamente beben agua de coco, se bañan de agua todo el tiempo que permanecen "en cabeza" hasta que salen de ella y jamás participan en rituales que no tengan un alto punto espiritual. Otro detalle: ellos no envejecen nunca.
Como ya habrán notado nos encontramos ante un Mito atávico intrínseco a todas las culturas humanas.
América fue una tierra fértil para fundir los Mitos de los europeos con los autóctonos de las tierras recién descubiertas.
El mito del "Río de la Inmortalidad".
Debemos aclarar, a este nivel de la entrega, que Mito, no es sinónimo de leyendas, historias, fantasías o mentiras. Mito es otra forma de ver la Realidad.
Este Mito tiene un origen semítico. El Río o Manantial de Vida Perpetua, en el relato legendario, tenía como misión conservar la Vida en forma permanente, o sea, otorgar la Inmortalidad.
La mitología sobre el río de la vida semítico parte, seguramente, del río descrito en el Génesis y se prolonga en otros ríos y en otras culturas.
Así encontraremos el Jordán, el río del bautismo, que da la vida eterna en un sentido espiritual; el río Nilo, que da la vida material; el río Ganges, en la India, que limpia y purifica. El río de Gautama-Buda y de Sidharta.
Se estima que al llegar el Almirante al Golfo de Paria, contemplar el gran río Orinoco y escuchar las leyendas de los indios, creyó que había encontrado el paraíso terrenal y el río que bañaba el jardín edénico: "Y así afirma y sostiene que en la cima de aquellos tres montes que hemos dicho que vio desde lejos el marino vigía desde la atalaya, está el paraíso terrenal, y que aquel ímpetu de aguas dulces que se esfuerza en salir desde la ensenada y garganta sobredichas al encuentro del flujo del mar que viene, es de aguas que se precipitan de aquellos montes." (Pedro Mártir de Anglería).
Así como la desembocadura del Orinoco hizo pensar al Almirante que se encontraba frente al Paraíso Terrenal, las leyendas y consejos de los indios contribuyeron a confundir más aún a los descubridores de América y a perseguir míticos ríos de Inmortalidad y a buscar la Fuente de la Eterna Juventud.
El poder del rejuvenecimiento, ya fuese en virtud de una fuerza sobrenatural, ya sea por efecto de la composición por drogas, sortilegios, etcétera; se creyó que era posible mucho antes de introducir en en el asunto la leyenda de la Fuente este elemento de rejuvenecimiento del que ahora hablamos. Siempre se tuvo el agua por recurso medicinal y los hombres eran rejuvenecidos por la voluntad de los dioses. Ambas ideas se refundieron con el paso del tiempo.
Pero ¿hemos avanzado buscando la Eterna Juventud?
Cuando Castro estuvo a punto de morir fue salvado, según informes, con células madres. ¿Acaso no son ellas la Nueva Piedra Filosofal? Pero de eso les informaré mañana. Aclarando que soy, en este asunto, un testigo de excepción.
